Fechas
03.12.2024 | 19:00-20:00
Lugar de encuentro
Museu Tàpies
Precio
25 euros
Toda la recaudación se destinará a las víctimas de las inundaciones en el País Valencià. Habrá una urna para recoger donativos.
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Homenaje a Antoni Tàpies. Folías, Romanescas & Canarios
Para Antoni Tàpies, la música fue una fuente de inspiración: un recurso creativo de una riqueza infinita que llenaba su maleta —literal y figurada— y que encontramos reflejado en su obra plástica de maneras a menudo poco evidentes pero visualmente gratificantes. No solo fue un melómano apasionado, con unas inquietudes interdisciplinares enormes, sino que también colaboró con compositores e intérpretes de géneros y estilos plurales, con entidades y artistas aparentemente muy distintos, pero con quienes compartió camino vital, ideológico o, esencialmente, humanista. Un ejemplo de ello es el propio Jordi Savall y su libro-disco Pro Pacem (Alia Vox, 2013), con una cubierta que reproduce la pintura Per la pau I (Por la paz I) y tres postales en el interior con las versiones II, III y IV de la misma obra. Ambos defendieron –y defienden– un arte que sea útil a la sociedad, que «esté estrechamente ligado a las luchas, a las alegrías y a las esperanzas del pueblo»; un arte comprometido, que denuncie las injusticias y que abogue por un mundo mejor.
Por eso resulta tan apropiado rendirle homenaje con un programa que tiene como eje vertebrador piezas de raíz ibérica y origen humilde, canciones y danzas que podemos asociar a pastores y campesinos, pero que, durante siglos, resultaron un punto de partida para las improvisaciones instrumentales de músicos reputados de Europa entera y dialogaron con las tradiciones amerindias y otomanas. Es así tanto en el caso de las folías —danza popular de origen ibérico—, de las romanescas —base melódica y armónica, de procedencia tal vez española o italiana— y de los canarios —otra danza popular, seguramente surgida de las islas Canarias—, obras estructuradas en un patrón armónico obstinado sobre el que se elaboran melodías virtuosas. El resultado son piezas de gran belleza y sofisticación, fruto del dominio técnico y la habilidad en la ejecución de los músicos que las hacen revivir; por eso, una lectura moderna debe tener en cuenta esta espontaneidad libre en la interpretación, el redescubrimiento inagotable de la creatividad personal.
Empezaremos, entonces, por el principio. Inauguraremos el programa pintando paisajes medievales que nos hablan de guerras y de paces, de conflictos entre religiones y del pasado que vincula de forma inapelable Oriente y Occidente. Lo haremos acompañados de un trovador occitano llamado Marcabrú, que nos habla de la primera cruzada e insta a los cristianos a redimir sus pecados ante Dios. Dibujaremos este momento con improvisaciones en torno a los lamentos, pero también con danzas ligeras italianas y con piezas tradicionales sefardís que versan sobre el amor. Estas últimas son melodías propias de los judíos que vivieron en la península ibérica y que hoy nos llegan de Estambul —La rosa enflorece— o de Jerusalén —Hermosa muchachica—; una primera parte, por tanto, que evoca un pasado compartido que vincula culturas de punta a punta del Mediterráneo.
Proseguiremos con la obra de dos compositores hispánicos. Por un lado, un estudioso y teórico fundamental para la guitarra barroca, Gaspar Sanz, y su libro Instrucción de música sobre la guitarra española, que contiene unos noventa arreglos de danzas españolas y melodías italianas escritas para este instrumento. Por otro, Pedro Guerrero y una danza de ritmo quinario y unos fuertes aires árabes, en una versión extraída del Cancionero de Medinaceli, compilado en la segunda mitad del siglo XVI. Y tras saltar y bailar enérgicamente, seguiremos esta tradición continental de improvisar de forma virtuosista sobre un obstinado, con un pie en las islas británicas. Lo haremos con una pieza anónima bastante conocida, Greensleeves to a Ground, una canción estrófica con un patrón armónico repetido, una romanesca profundamente evocadora que respira aires cortesanos de deseo amoroso.
Daremos un salto hacia el Nuevo Mundo con un contrastado punto humorístico: una improvisación de Juan García de Zéspedes sobre una guaracha, ritmo de danza mexicana, aquí hecha de los suspiros animados que provoca la emoción de ver a Cristo recién nacido. Volveremos momentáneamente a tierras ibéricas a caballo de las tradiciones vascas y galaicas: una tierna canción de cuna y un baile popular hispánico que en América del Sur se fundió con ritmos mestizos y hoy se encuentra en las regiones de Venezuela y Colombia. Siguiendo esta mirada que cruza el océano Atlántico, conoceremos la Tonada del Chimo, una pieza precolombina que se encuentra en el Códice Trujillo del Perú y que es el único testimonio escrito de lo que fue la lengua, ahora extinguida, de la cultura chimú. También situamos allí las cachuas, danzas colectivas de las regiones andinas, que se bailaban en círculo y movimientos suaves.
Habiendo recorrido el viejo continente, las aguas mediterráneas y los pueblos indígenas de Latinoamérica, llegaremos a la corte de Luis XIV con Robert de Visée, de quien escucharemos una pieza musical para tiorba, lenta y solemne, de aires nobles, basada en la repetición y la variación de un tema. Haremos parada en una de las obras de música manierista más influyentes de su tiempo, unas glosas sobre el canto mariano Todo el mundo en general compuestas por el organista sevillano Francisco Correa de Arauxo. Y finalizaremos con el italiano Antonio Valente y su Gallarda napolitana ya al final del manierismo y al principio del Barroco. Ciego desde su niñez, Valente fue autor de un método que pretendía poner la técnica del clavicémbalo a la disposición de aquellos que no hubiesen tenido ninguna experiencia musical previa. Clausuraremos la velada, por tanto, volviendo a este fundamento democratizador de la música y, como no puede ser de otro modo, vinculando el arte con la sociedad, con las luchas, las alegrías y las esperanzas del pueblo.
HESPÈRION XXI
El valor más importante de la música antigua reside en su capacidad, como lenguaje artístico universal, para transmitir sensibilidades, emociones e ideas ancestrales que cautivan todavía hoy al espectador. Con un repertorio que va desde el siglo X hasta el siglo XVIII, Hespèrion XXI busca continuamente nuevos puntos de unión entre Oriente y Occidente con una clara voluntad integradora y de recuperación del patrimonio musical internacional, especialmente del ámbito mediterráneo y con conexión con las músicas del Nuevo Mundo americano.
En 1974, en Basilea, Jordi Savall y Montserrat Figueras, junto con Lorenzo Alpert y Hopkinson Smith, fundaron el grupo Hespèrion XX, un conjunto de música antigua que pretendía recuperar y difundir el rico y fascinante repertorio musical anterior al siglo XIX a partir de nuevas premisas: los criterios históricos y los instrumentos originales. Su nombre, Hespèrion, significa «originario de Hesperia», que en griego antiguo era la denominación de las dos penínsulas más occidentales de Europa: la ibérica y la italiana. También era el nombre que recibía el planeta Venus cuando aparecía por Occidente. Hespèrion XX, a partir del año 2000, cambia su nombre por Hespèrion XXI.
Hespèrion XXI es hoy en día una referencia ineludible para comprender la evolución de la música en el periodo que va desde la Edad Media hasta el Barroco. Su labor de recuperación de obras, partituras, instrumentos y documentos inéditos tiene un doble valor incalculable: por un lado, el riguroso trabajo de investigación aporta nuevos datos e interpretaciones sobre los conocimientos históricos de una época, y, por otro, la exquisita calidad de las interpretaciones pone al alcance del público la posibilidad de disfrutar con naturalidad de la delicadeza estética y espiritual propia de las obras de aquel tiempo.
Desde sus inicios, Hespèrion XXI tomó un rumbo artístico claro e innovador que acabaría creando escuela en el panorama mundial de la música antigua, pues concebía y concibe la música antigua como herramienta de experimentación musical, con ella buscan la máxima belleza y la expresividad en las interpretaciones. Todo intérprete de música antigua tiene un compromiso con el espíritu original de cada obra y debe aprender a conectar con él a través del estudio del autor, de los instrumentos de la época, de la obra en sí y de sus circunstancias concretas. Pero como artesano de la música, también está obligado a tomar decisiones sobre lo que está interpretando: de su talento, de su creatividad y de su capacidad de transmitir emociones depende su capacidad para conectar el pasado con el presente, la cultura con su divulgación.
El repertorio de Hespèrion XXI incluye, entre otras, obras del repertorio sefardita, romanzas castellanas, piezas del Siglo de Oro español y de la Europa de las Naciones. Algunos de sus programas de conciertos más celebrados han sido las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, la diáspora sefardí, las músicas de Jerusalén, de Estambul, de Armenia o las folías criollas. Gracias al destacadísimo trabajo de los numerosos músicos y colaboradores que han participado con el conjunto durante todos estos años, Hespèrion XXI tiene todavía un papel clave en la recuperación y la revaloración del patrimonio musical con una gran repercusión por todo el mundo. Con más de 60 CD publicados, a día de hoy la formación ofrece conciertos en todo el planeta y es miembro habitual de los grandes festivales internacionales de música antigua.
Fotografía de Hervé Pouyfourcat
Fechas
03.12.2024 | 19:00-20:00
Lugar de encuentro
Museu Tàpies
Precio
25 euros
Toda la recaudación se destinará a las víctimas de las inundaciones en el País Valencià. Habrá una urna para recoger donativos.